St. Vincent en Chile: Una noche para recordar

Foto: @garygophoto

El pasado martes 27 de mayo marcaría el regreso de la norteamericana St. Vincent a nuestro país luego de seis años en lo que sería su primera visita en solitario (las otras dos fueron en el marco del festival Lollapalooza), un hecho que ya de por si entusiasmaba tomando en cuenta que bajo el brazo venía con uno de los grandes lanzamientos del año pasado (‘All Born Screaming’) además de que contaría con Kim Gordon y Chini. PNG como actos de apertura. Sin duda un evento imperdible que justificaría ese cartel a medida avanzaba la jornada en el Teatro Caupolicán.

Primero que todo, tristemente por problemas de horario (salida del trabajo y agarrar algún bus de Valparaíso a Santiago) llegué pasadas las 20:00 horas con lo cual no vi el show de Chini. PNG, a modo personal una lástima pero nada más pude hacer.

A continuación fue el turno de Kim Gordon, a esta altura una leyenda viva que apenas pisó el escenario el público que ya había llenado el sector cancha (comentario aparte, o sobrevendieron el sector o mucha gente de otras localidades se pasó hacia ese lugar porque en un momento de la presentación estaban hasta las entradas con gente) recibió de gran forma y se adentró en un show potente e hipnótico donde la cantautora norteamericana vestida con una polera que decía «Gulf of Mexico» junto a su notable banda basaron su repertorio en su trabajo ‘The Collective’ y algunas sorpresas como la inédita ‘Cigarette’. Un concierto preciso de trece canciones las que fueron acompañadas de interesantes gráficas que iluminaban una puesta en escena sombría que se sentía de banda indie con hambre de llevarse a todos por delante, entrega que los asistentes agradecieron al concluir el show.

Luego de Gordon mucha gente de cancha salió a comprar bebestibles e incluso diría que simplemente se fueron porque en ese receso donde aproveche de ver como iba la U el sector cancha se ordenó e incluso cuando comenzó el recital de St. Vincent la gente tuvo espacio para poder «respirar» y estar más cómodo. En fin, una observación algo pelotuda pero quería mencionarlo.

Ahora si, llegó el momento de ella. Desde ya digo que para mi es prácticamente imposible hablar objetivamente de Annie Clark, artista a la que si bien llegué tarde a su discografía luego de verla en el tercer escenario de Lolla 2015 comenzó un enamoramiento musical que aun hoy mantengo por una carrera que en cada trabajo siempre sorprende y termina siendo una real alternativa a todos los estilos que sean populares al momento de sus lanzamientos, por ello las expectativas a su show eran demasiado grandes pero lo vivido esa noche elevó a otro nivel incluso lo que uno debe vivir en un concierto.

‘Reckless’ daría el puntapié inicial a un setlist potente el cual St. Vincent basó en su último disco pero que dejó espacio a perlas de sus anteriores álbumes logrando un equilibrio grato el cual fue complementado por una entrega física tanto de la norteamericana como de los músicos que la acompañan quienes desde el minuto uno nunca se midieron, algo que se siempre agradece.

Habían pasado cinco canciones cuando Clark se tomaba una pausa en la cual interactuó con el público mientras éste la vitoreaba gritando «Ole ole ole ole, Annie, Annie» comenzó ‘Dilettante’, el punto de inflexión del recital en el cual ella se mete de forma sutil dentro del público, un pequeño adelanto de lo que más adelante sucedería ya de forma más desatada.

De ahí en más siguió derrochando energía, talento y sensualidad con las interpretaciones de ‘Flea’, ‘Cheerleader’ y ‘Violent Times’ para llegar a ‘New York’, ya en este punto la simpatía y comodidad que ella sentía era palpable y en la canción perteneciente a ‘MASSEDUCATION’ terminó por consagrar un vínculo al nuevamente adentrarse en medio de la gente pero ahora ésta en medio del jolgorio la fue llevando en andas haciéndola por un momento perder sus zapatos mientras recorría la cancha por un par de minutos, algo que incluso su banda observaba sorprendidos.

El concierto comenzaba su fin con la interpretación de ‘Sugarboy’ y una notable ‘All Born Screaming’ que cerraba un viaje compuesto no solo de las quince canciones del setlist de St. Vincent, sino de una jornada en la cual tres generaciones de músicas bajo sus propias reglas hicieron de ese martes un momento inolvidable.

Esta bien, si le busco un pero a esa noche sería que me sorprendió que no tocara ‘Digital Witness’ pero eso en ese momento dio lo mismo.