Por Tomás Orellana C.
Los ecos de aquella reunión fugaz en Plaza Dignidad, durante la tarde del 13 de diciembre de 2019, y en pleno transcurso del estallido social, resonaron con fuerza. El quinteto nacional Los Bunkers se había presentado ante un mar de gente en el marco de un contexto irrepetible que quedó estampado en la memoria, situación que se repetiría al día siguiente en su natal Concepción. Dos shows que reafirmaron un poder de convocatoria y un inmenso cariño popular que permanecía intacto para una banda que había entrado en receso casi seis años antes. Fue una señal poderosa de que se les extrañaba. Pasarían tres años para el anuncio de un anhelado regreso a las pistas, confirmando una serie de conciertos (todos agotados y con más de 100,000 entradas vendidas) en Santiago, Viña del Mar y Concepción, además de una agenda que va abultando fechas en México.
El creciente entusiasmo que produjo el regreso de la banda penquista despertó, inevitablemente, los recuerdos de importantes rejuntes nacionales; primero con el fenómeno incomparable de Los Prisioneros (2001), y luego con Los Tres (2006), aunque en el caso de estos últimos, una vuelta más apresurada, en la que faltó Francisco Molina a bordo y más tiempo para echarles de menos de verdad. En el caso de Los Bunkers, lo ocurrido el pasado fin de semana en el Estadio Santa Laura, como tramo inicial de la nueva etapa que atraviesan, superó toda expectativa, apuntando como otro momento especial en la historia más reciente de nuestra música popular.
Tras el show realizado a comienzos de mes, a modo de previa –sólo apto para 500 personas –en el Club Blondie, llegó el arranque oficial de la operación retorno el caluroso sábado del 11 de marzo, que contó con la apertura de la artista chilena, Cancamusa (Amanitas, Javiera Mena, Mon Laferte), quien el año pasado colaboró en el segundo disco del proyecto paralelo de los hermanos Durán, Lanza Internacional, tuvo una recepción entusiasta por parte del público que llenaba el recinto con un repertorio basado en su último trabajo, Amor Minimal (2023). Luego de su show, los sentimientos nostálgicos se dispararon gracias al Dj set a cargo de Marcelo Aldunate con una contundente selección de clásicos.
Pasadas las 21hrs, al instante se apagaron las luces del estadio y vino una linda sorpresa inicial cuando la voz de Peter Gabriel comenzó a sonar por los parlantes con su “Solsbury Hill”, mientras en las pantallas mostraba la traducción de su letra. En vez de una intro con imágenes cronológicas de la historia de la banda o alguna revisión por el estilo, la jornada partió con algo más sugerente; una gran canción que tuviese que ver con «volver a casa», bastante acorde al momento. Terminada la canción del británico, el grupo subió al escenario para arremeter con la arrolladora energía de «Miéntele» y «Te vistes y te vas«, ambas de Vida de Perros (2005), generando desate instantáneo. De entrada la emoción se tornó imparable tras un intenso repaso que recogió diversos momentos de su discografía («Una nube cuelga sobre mí», «Cura de espanto», «Nada es igual»), incluyendo los surcos infaltables del celebrado Música Libre (2010), el disco homenaje a Silvio Rodríguez con «Santiago de Chile», «Quien fuera» y «Ángel para un final«.
Algo a lo que uno no está acostumbrado en los shows de reunión de cualquier banda grande es al estreno de novedades. Durante el concierto, la agrupación lanzó un nuevo single tras las palabras de Mauricio Durán quien describió el motivo de la canción, invitando a los jóvenes a que «definan una identidad que se acomode con ellos, sin pensar nunca en lo que los demás le dicen». El inesperado regalo a sus fans se llama «Rey«, disponible desde el domingo pasado en plataformas digitales. Una hábil carta bajo la manga presentada con videoclip incluido, registrado en la ex cárcel de Valparaíso, protagonizado por Los Bunkers con el actor chileno Agustín Moya y dirigido por la realizadora Camila Grandi. Otro de los puntos más emotivos vino con el set acústico que tuvo al quinteto en la pasarela entonando a Silvio y a Violeta Parra/Patricio Manns («Pequeña serenata diurna» y «La exiliada del sur»), y temas clave de su catálogo como «El Detenido«, momento que encajó sensiblemente entre todos los asistentes, a propósito de los 50 años que se cumplen el próximo mes de septiembre del brutal golpe de estado en Chile.
Las energías recobraron intensidad gracias a una selección de hits «Pobre Corazón», «No me hables de sufrir», la irreductible «Canción para mañana«, y «Bailando solo«, que tuvo la particularidad de convertirse en una extensiva pieza «dance«, rematando con el clásico «Ven aquí». Para el bis, la banda trajo parte de sus pesos pesados: «Entre mis brazos», «El necio» (Silvio), «Llueve sobre la ciudad» y la siempre simbólica «Miño«, donde muchos dieron rienda suelta a las lágrimas. Era casi costumbre que fuese el final histórico de sus shows, pero sería una falsa alarma. Mientras varios se enfilaban hacia a la salida, Los Bunkers volvieron al escenario para cerrar la jornada con otra canción del repertorio del compositor cubano, «La era está pariendo un corazón». De esta manera se dio por finalizado un concierto marcado por un alto nivel de emoción. Un retorno en vivo de una factura lírica armoniosa y deslumbrante.
En cada uno de sus siete discos (editados entre 2001 y 2013) Los Bunkers trajeron clásicos instantáneos e intemporales que quedaron grabados profundamente en el inconsciente colectivo, y que han enriquecido el cancionero popular chileno. Con un setlist tan completo (31 canciones) podemos mencionar un puñado no menor de ausencias («Canción de Lejos, «Fiesta», por nombrar solo un par), lo que habla de una banda dueña de un trabajo incansable, atravesando el espíritu de más de una generación. Discos y canciones que cruzaron ese umbral. Ahora, se viene una segunda parte en su historia que por lo visto no se circunscribe solo en el revisionismo, sino que, estará compuesto por material inédito. Si bien, para algunos no despierta el mismo entusiasmo de antes por estar más receptivos a las tendencias de hoy, siempre habrá un respeto cariñoso y un poco de intriga por lo nuevo de Los Bunkers. Las nuevas generaciones tienen un trabajo por delante en este sentido: descifrar melodía a melodía la esencia íntima de la banda que supo conectar tan bien con la sensibilidad contemporánea de una época reciente, que por alguna extraña razón, cada vez nos parece más entrañable y dulce.
